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9. Edificios de hoja de lata...


Publicado por Arturo Guevara Escobar en

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Estamos acostumbrados a ver elementos arquitectónicos representativos de cada ciudad, ligados a los nombres de quienes los construyo o patrocinó, como símbolos de poder y de orgullo local; así tenemos actualmente la torre Sears, en Chicago el edificio Chrysler en Nueva York, en la ciudad de México la Torre de PEMEX o la Latino Americana, el nombre es por la compañía de seguros Latino Americana; es una historia larga pues durante siglos las ciudades han competido entre ellas construyendo edificios cada vez más altos, pirámides, zigurats, torres, catedrales, mausoleos, etc.

En esa carrera por las alturas James Borgardus inventor, arquitecto y empresario neoyorquino, tiene mucho que ver. En la década de 1850 ante la disponibilidad comercial de hierro fundido a bajo costo en los Estados Unidos, empieza a diseñar componentes arquitectónicos para la construcción de edificios, con una gran aceptación en su país, Inglaterra y Francia principalmente.

La técnica del hierro fundido permitía imitar las tradicionales fachadas de cantera a un precio más económico, y los módulos estructurales así producidos eran a su vez más ligeros y sutiles que su contraparte pétreo, con un rendimiento similar, por lo cual se eligió ésta técnica para edificios comerciales, y en aquellos donde era importante ahorrar espacio, fábricas, bodegas, teatros, templos, faros, etc., usando más un sistema de carga por medio de columnas en vez de muros, antecedente directo de las estructuras de acero.

No solo nos referimos a la posibilidad de crear elementos decorativos, como podrían ser balaustradas, barandas o canceles; o por otra parte componentes estructurales: trabes, viguetas, columnas, etc., hablamos de la posibilidad de crear edificios enteros con hierro fundido.

El auge de los edificios de hierro fundido es la segunda mitad del siglo XIX (1850-1880), para ser desplazados por las nuevas técnicas constructivas a base de estructuras de acero.

Un edificio de hierro fundido con buen mantenimiento pasaría desapercibido en cuanto a su material, apareciendo ante nosotros como un edifico tradicional, donde se usara piedra y ladrillo.

Arriba: fachada del Palacio de Hierro, por medio de la fotografía nadie se podría imaginar que es un edificio construido de hierro fundido. Pero mirando la fotografía de su interior en el departamento de sombreros para dama, es clara la columnata entere los aparadores, y se puede percibir lo delgado de sus muros exteriores.

El primer edificio de estas características en la ciudad de México fue el de la tienda departamental “Palacio de Hierro” construido en 1891. En aquel entonces no se le llamaba así y el pretendido edificio albergaría a la tienda “Las Fábricas de Francia”; a medida que avanzaba la obra la gente se preguntaba con curiosidad qué palacio se estaba construyendo. La curiosidad se convirtió en asombro cuando observaron que imponentes grúas manejaban vigas enormes de acero y de hierro que fueron traídas desde Bélgica, y lo empezaron a llamar “Palacio de Hierro”, de tal forma fue la aceptación popular del nombre que los socios de la tienda optaron por cambiar el del su establecimiento. Desgraciadamente, el 15 de abril de 1914, un incendio que empezó en uno de los aparadores de las calles de Monterilla, hoy 5 de febrero, destruyó totalmente el inmueble.

El Palacio de Hierro, no era un edificio enteramente de hierro fundido, como la fotografía manifiesta, se usaron elementos pétreos, aunque por su porcentaje de componentes se considera un inmueble en hierro fundido.

Por algunos años con sus cinco pisos fue el edificio de uso civil más alto de la ciudad de México y el primero con elevador, pues la catedral Metropolitana en sus torres alcanza los 67 metros de altura superándolo por mucho.

Para 1911 otro edificio sería llamado el primer rascacielos de México, en realidad el primer edificio considerado realmente rascacielos es el de “La Nacional” del año de1932, Av. Juárez nº4 con 10 niveles. De quien hablamos solo contaba con 7 pisos…Se trataba del edificio en la Calle de Nuevo México nº6 esquina San Juan de Letrán, construido por el Ingeniero Gore, y de quien tomaría el nombre.

Este edificio se conoció de dos maneras más, en 1912 apenas terminado el edificio Heliodoro J. Gutiérrez instala en su último piso su estudio fotográfico, podemos suponer que el fotógrafo tuvo ingerencia durante su construcción, dado que el espacio estaba completamente adaptado a sus necesidades, lo cual implicaba un amplio salón. Colocó unos espectaculares a lo largo de lo más alto de todas sus fachadas donde se leía: “Fotografía Fotografía Marst”; siendo el edificio más alto de la ciudad, y en una zona sin rivales todo mundo podía ver el anuncio desde cualquier punto cardinal y se le refirió como edificio “Marst” durante más de una década.

Es de llamar la atención como un fotógrafo vinculado al edificio donde realizaba su profesión, ocupa un lugar en la corta lista de edificios con el titulo de haber sido el más alto de la ciudad, todos lo otros casos nos encontramos con grandes empresas, particulares o estatales, o potentados de la economía. Alguien con justa razón puede decir su Ego era de ese tamaño... en el corto periodo de tiempo de vida del régimen Maderista 1911-1913, fue uno de los más influyentes estudios fotográficos.


El otro nombre fue: “El edificio de hoja de lata”. La pregunta es el porqué del mote, al haber pocas referencias del edificio podríamos pensar que se trató de otro caso de construcción enteramente en hierro fundido, y por la pequeñas dimensiones de la planta del edificio, sin dudas una opción muy conveniente. En la fotografía anterior en su pie se lee: Edifico Gore y se aprecia claramente el letrero de "FOTOGRAFIA". En el 4º, 5º, y 6º pisos, en sus ventanas del extremo izquierdo se puede percibir que la fachada Sur también tenía ventanería, y que los muros eran muy delgados. En 1925 H. J. Gutiérrez deja el inmueble, para ser ocupado por el fotógrafo Apolonio Méndez , y su estudio "Jaris".

El arquitecto Carlos Contreras concibió a principios de los 30’s un proyecto de la apertura y prolongación de algunas calles en el Distrito Federal, con el propósito de cruzar la urbe con una serie de avenidas y circuitos, previendo el crecimiento de la misma. En su estudio de trazo, San Juan de Letrán constituyó el eje que cruzaría la ciudad de norte a sur, idea que posteriormente afirmaría Carlos Hank Gonzales al convertirla en el Eje Central.

La idea era ligar Tlalnepantla con el arranque del camino a Cuernavaca. La ampliación, alineación y prolongación del primer tramo que corría de la Avenida Juárez (Plaza de Bellas Artes) hacia el sur, hasta el Mercado Hidalgo (calzada del Niño Perdido y calle de Dr. Pasteur), tenía prevista una anchura de 35 metros de paño a paño de construcción y las demoliciones afectarían únicamente la acera poniente.

El 24 de junio de 1933 se emprendieron los trabajos y en las primeras seis calles fueron demolidos varios inmuebles; algunos eran los vestigios de obras virreinales, tales como el Hospital Real y el Asilo Matías Romero, así como otras del siglo XX, como el edificio Marst.


Otra imagen cortesía de Carlos Villasana, finales de 1933, el proceso de demolición de los edificios sobre San Juan de Letrán, los tres predios entre Artículo 123 e Independencia en sus dos esquinas están parcialmente derruidos, permitiendo la vista de la parte posterior del edificio Marst, que anteriormente permanecía oculto en la perspectiva, años antes había sido desocupado el estudio de H. J. Gutiérrez, aunque el letrero permaneció hasta el fin del edificio. Coincidentemente ese año murió el fotógrafo H. J. Gutiérrez. En la actualidad no existe ningún edificio enteramente construido de hierro fundido en la ciudad de México; exceptuando el kiosco Morisco.


Otro de los crímenes cometidos en la ampliación de San Juan de Letrán es la perdida del Templo de Santa Brígida, obra iniciada el 5 de agosto de 1740.


OTROS EDIFICOS DE HOJA DE LATA EN LA CIUDAD DE MÉXICO.

Se construyeron otras estructuras de hierro fundido en la ciudad de México durante el porfiriato, como el restaurante y café Chapultepec, hoy desaparecido, lo que actualmente es el kiosco morisco de Santa María la Ribera, algunas de las fuentes en la Alameda central, el monumento meteorológico en el jardín Guardiola; y secciones en construcciones convencionales, algunos de estos inmuebles necesitan de una pronta protección por su valor artístico, para no incrementar la lista de los " Ya desaparecidos".

Postal, Café Chapultepec, Latapi & Bert, antes de 1910, el Café restaurante se ubicaba en el predio actualmente ocupado por el museo de Arte Moderno.


"1º de enero de 1904, El Mundo Ilustrado: En el sitio más hermoso de México al pie del legendario bosque de Chapultepec, un poco a la izquierda de la gran avenida que rodea el parque, se alza el famoso "Café Restaurant Chapultepec", sin disputa el mejor de los comedores, el preferido de la high life de México, ya para comidas íntimas, ya para los grandes banquetes que constituyen un acontecimiento."


Imagen de Café Chapultepec, cortesía de Carlos Villasana. En ella además de disfrutar la vista del Café, en la glorieta en su frente podemos ver otro de los característicos elementos de hierro fundido del periodo porfiriano, los albortantes. hay que señalar que la palabra es un mexicanismo que se usa para definir una candelero sin pie, o los brazos del mismo, que también se uso para llamar al las estructuras del alumbrado público. Por motivos muchas veces no claros, y en aras de la modernidad la ciudad de México ha sido destruida, y poco a poco todos los albortantes se perdieron, años después la nostalgia y los intentos de restauración, en el centro histórico y en zonas como Coyoacan y Tlapan, impulsó su recolocación, versiones modernas de mala calidad en aleaciones poco confiables, que muchas veces se han caído sobre las aceras al quedar totalmente corroídas sus bases.


Postal, el edificio del teatro Colón ya convertido en comercios a fines de los años 50's, fotografía de Aurelio Escobar C.

El edificio del Antiguo Colegio de Niñas de Santa María La Caridad, actualmente con la dirección de 16 de Septiembre 27, y sede del Club de Banqueros de México, en sus inicios fue una construcción Virreinal proyectada a instancias de Fray Juan de Zumárraga, proceso largo y con muchas modificaciones. A pesar de ser el colegio más antiguo de la América Hispana y el de mayor prestigio en México, por razón de las Leyes de Reforma, el edificio fue rematado y las niñas trasladadas al colegio de las Vizcainas; por un tiempo el edifico albergo al Casino Alemán, en 1909 el arquitecto Emilio Gómez del Campo lo reforma para convertirlo en el Teatro Colón. Durante las modificaciones se añadieron en su fachada balcones de hierro fundido (pilastras, ménsulas y remates de medio punto), sería María Conesa con el espectáculo La Gatita Blanca la encargada de inaugurar el teatro el 9 de junio de 1909. Dicha etapa del edificio concluiría en 1953 con un nuevo uso, ahora cinema Imperial; a fines de los años 50's el edificio fragmentado en establecimientos comerciales muestra un notorio estado de deterioro, parte de las aplicaciones de hierro fundido han desaparecido, finalmente pasara por un periodo de completo abandono hasta ser recuperado por la Asociación de Bancos de México y el Club de Banqueros.

Kiosco del Buen Tono, expendio de la fabrica de cigarros en la calle de Puente de San Francisco, actualmente Avenida Juárez.


El Kiosco Morisco, diseñado por el ingeniero José Ramón Ibarrola, para la exhibición Universal del Algodón en Nuevo Orleans, del 16 de diciembre de 1884 al 1 de junio de 1885. Durante la exposición se le llamó: Mexican Alhambra Palace. Posteriormente y gracias a su estructura de hierro fundido se trasladó a la ciudad de México, volviéndose a armar en el espacio hoy ocupado por el Hemiciclo a Juárez, donde permaneció hasta 1910, por obvias razones, de nuevo se mudo hasta la Alameda de Santa María la Ribera. Las secciones del Kiosco Morisco se fundieron en Union Mills Foundry parte de la Keystone Bridge Company propiedad de Andrew Carnegie. Durante su estancia en la Alameda central fue la sede de los sorteos de la Lotería Nacional. Se le declaró monumento nacional por el Instituto Nacional de Antropología e Historia en 1972, siendo completamente restaurado en el 2003. Claro ejemplo de la facilidad de conservación de estos inmuebles, bastante movibles que hubiera permitido la subsistencia de cualquiera de ellos en la actualidad.


Kiosco Morisco en la Alameda Central, anterior a 1910, fotografía de George P. Thresher, Malcolm Lubliner Collection.



Otros interesantes supervivientes los tenemos: Uno en la esquina de Zaragoza y Pedro Moreno en la colonia Guerrero, donde se pusieron remates de la misma forma que en Antiguo Colegio de Niñas; construcción en completo abandono y apunto de derrumbarse. El otro ejemplo situado en la calle de 5 de Mayo y Gante, es un volado en la esquina de dos niveles, con planta semi octagonal, que como estructura habitacional es la única existente en la ciudad de México.